Número de visitas al BLOG

28 abr 2017

Hoy, como ayer


Hoy, como ayer, como hace ya bastantes años,
vuelve nuestro dolor a ser más presente.
--- ~ ---
Hoy, como ayer, te fuiste demasiado pronto,
adelantándonos tu ausencia irreemplazable.
--- ~ ---
Hoy, como ayer, seguimos igual, casi igual,
con el mismo dolor, con menor intensidad.
--- ~ ---
Hoy, como ayer, te quiero,
y a ellas las digo que las quiero,
que tú me lo dices para ellas,
y que a ellas es lo que más quiero.
--- ~ ---
Hoy, como ayer, nuestro corazón se entristece,
como lo hizo ya algunos años,
como lo hace todos los días,
como todos los días cuando amanece.
--- ~ ---
Hoy, como ayer, es tanto lo que te quiero,
que lloro y no lo puedo evitar,
¡que me quitaron a mi niño!,
¡cómo más te pueden dañar!,
la vida hubiese sido menos dolorosa,
si te la hubiese podido cambiar.
--- ~ ---
Hoy, como ayer, te llevo en mi cabeza, en mi corazón
no te preocupes, mi vida, nadie te echa en olvido
yo pude perder la razón
poderla, pude, por poco no he podido.
--- ~ ---
Hoy, como ayer, beso tu foto al mirarte
como cada despertar, como cada ¡hasta mañana!
solo puedo hacer eso: ¡amarte!
y sentir la distancia cada vez más cercana.
--- ~ ---
Hoy, como ayer, mi niño viene a soplarnos en el viento:

estamos juntos, estamos unidos. Eso será nuestro sentimiento.

SI te ha gustado, COMPÁRTELO

Dibujos en el cielo


¡Cuántas veces me he preguntado dónde irían a parar las almas de esos niños inocentes de esta historia que es la vida!
        ¿Dónde viaja el alma de estos pequeños que nacieron ya en un entorno hostil, entre suciedad, pobreza, hambre, tiros, bombas, abandonados, maltratados, violados, no conociendo más que el miedo desde que abrieron por primera vez los ojos, hasta que los cerraron por vez última?

          Con mucho miedo.

      ¿Dónde viaja el alma de aquellos que estando sanos contraen enfermedades incurables, y con sus ojos llenos de lágrimas te piden una explicación que no puedes ofrecerles, y la de aquellos pequeños que naciendo con una enfermedad congénita, padecen y sufren sin cesar, con sus ojitos piadosos a los que apenas puedes consolar? Sólo puedes coger sus manos y apretarlas contra tu pecho, besarles, llorar con ellos… dejándote morir con ellos.

      Ni siquiera puedes ocupar su lugar, tan sólo prepararles para un viaje del que ni tú mismo conoces el destino.

      La otra noche, mientras disfrutaba de una de esas noches que sólo te ofrece el verano, observaba una vez más, la multitud de estrellas que aparecen en el cielo, y que se pierden en la inmensidad viajando lejos y lejos, desapareciendo y cambiándose por otras nuevas, enseñándonos lo diminuto de nuestra existencia.  

      Nosotros que también aparecemos y desaparecemos como estrellas, unas tan brillantes, otras tan tenues, que tanto nos preocupamos por lo de aquí, que tanta importancia le damos a casi todo, no entendemos lo que ocurre durante el día cuando las estrellas se convierten, a veces, en esos dibujos de las nubes que parecen tener formas que todos jugamos alguna vez a adivinar.


      Yo quiero creer, que esos dibujos en el cielo, son de todos aquellos niños que no pudieron llegar a crecer aquí en la tierra, y siendo felices aprenden a pintar, mandándonos mensajes para que cualquiera los interprete a su manera, como un guiño de ojos, y de paso, consolar un poquito a aquellos de quien fueron separados de manera tan absurda como incomprensible.

SI te ha gustado, COMPÁRTELO

20 abr 2017

Acusación


Si a mí me llaman a declarar ante un tribunal de justicia y mi actitud, antes de soberbia y prepotencia, se convierte en sumisa y depresiva, ¿estoy siendo listo o es que tengo la esperanza de dar pena y desconocimiento?

SI te ha gustado, COMPÁRTELO

17 abr 2017

Conducta inapropiada


Hace pocos días fui al dermatólogo para que me echase un vistazo a unas manchas que me habían salido en las espinillas de ambas piernas. Tras examinarme exhaustivamente, el doctor se dirigió a mi esposa, y en un apartado anexo estuvo charlando con ella por espacio de cinco minutos. Al volver me dijo que se trataba de una infección llamada "callatés", producto de las patadas que ella me da para que me calle cada vez que digo algo inapropiado delante de otras personas y que yo nunca sé a qué se está refiriendo.

SI te ha gustado, COMPÁRTELO

10 abr 2017

THYSON




Era una noche calurosa de domingo del mes de agosto de dos mil dieciséis. A las ‏‎20:40:01 abrí un documento que puse por nombre "perra vida". Quería escribir sobre un perro especial. Su nombre: Thyson.

        El relato no estaba acabado y apenas escrito, pero solo sé que iba a hablar de lo bien que viven algunos perros, y Thyson era uno de ellos. Le recuerdo de cachorro, fuerte como un toro, y por contra, se cansaba mucho cuando le hacíamos correr o saltar, ya que el bulldog es un perro que suele tener problemas respiratorios y cardíacos.

        Una anécdota que recuerdo mucho es que le gustaba sentarse en el sofá, se arrimaba y acurrucaba junto a ti y era el perro más manso del mundo. Tanto es así que se hizo con el sofá de mi suegro y no había quien lo echase de allí. Es más, cuando le veía sentado en el que él consideraba su sitio, leyendo como siempre, Thyson se subía en el mismo y le iba empujando poco a poco hasta que mi suegro, más bueno aún que Thyson, se levantaba mientras balbuceaba "este jodido perro...".

        Pero hoy nos ha dejado, su corazón ha dicho "basta", y para que no sufriera, el veterinario le ha inyectado y ha dejado de existir, lo que ha hecho que se me saltaran algunas lágrimas.

        A pesar de que hacía años que no le veía le tenía mucho cariño. A todos nos acompañarán sus fotos, sus recuerdos en nuestra memoria y lo tierno que era. 


        Te quiero Thyson, perro bueno. ¡Que allá donde vayas sigas dejando tanto cariño como nos has dado a todos nosotros y que sepas que no te olvidaremos!

SI te ha gustado, COMPÁRTELO

4 abr 2017

La cárcel


Me pregunto si hay cárcel para los que nunca llegaron a ella y que han muerto sin haber pagado su culpa por lo que hicieron, dejando a sus víctimas huérfanas de venganza.

SI te ha gustado, COMPÁRTELO

2 abr 2017

Cien días


Ahora que se cumplen cien días desde mi prejubilación, habrá que hacer balance como hacen los nuevos gobiernos cuando ha transcurrido ese período de tiempo.

        Debo decir que estuve a punto de seguir en activo, pues lo había comentado con otro compañero que previamente lo hizo, y quise consultarle sobre la conveniencia de hacerlo o no. Finalmente, y a pesar de los enormes esfuerzos por retenerme por parte de compañeros y sobre todo jefes y amigos, decidí dar el paso y entregarme a mejor vida (dicho sea con todo el respeto).

        Siempre había soñado con este día: Olvidarme del  reloj, hacer las cosas con tranquilidad, no madrugar mucho, pasear, leer, viajar...

        Y a fe que lo estoy cumpliendo. El reloj no lo encuentro por ningún lado (y debe ser por la memoria); la tranquilidad (según me dice mi mujer) es irritante, ya que tardo en pasar la aspiradora, limpiar el polvo y hacer los baños, más de dos horas y media; no madrugo mucho –como decía–, pues mi hija me trae al niño y al chihuahua a las seis y cuarto de la mañana y yo estaba acostumbrado a levantarme para ir a trabajar a eso de las seis y media; pasear paseo mucho, ya que tengo que llevar al niño a la guardería, sacar al perro a que corra un poco y que haga sus necesidades, aunque tampoco me puedo entretener todos los días ya que tengo que comprar el pan y a veces tengo médico o pruebas que hacerme. En cuanto a leer, la verdad es que se me cansan mucho los ojos y leo poco porque no aguanto, pero me bajo un montón de libros de Internet y así por lo menos me hago la ilusión de que los tengo y que algún día los leeré.

        Y solo me queda el tema de viajar. A ver si cambia el tiempo y se me quitan los dolores de cuello, espalda y piernas que tengo, porque me ha dicho el médico que salga de casa, que con lo del colesterol, el azúcar, la artrosis, las piedras del riñón y vesícula, el hígado graso, las taquicardias y el sobrepeso que he cogido desde que dejé el trabajo, estoy en riesgo de infarto.

        De todos modos estoy contento: Me acuesto tan tarde como me da la gana, en el baño estoy todo el rato que me apetece (aunque no tengo otro remedio pues menudo estreñimiento crónico tengo, que por cierto, os recomiendo el  jarabe tan bueno que me tomo cuando la cosa aprieta). Y lo más importante de todo: el recuerdo constante que tengo de parte de todos aquellos compañeros que me querían y que no dejan de asediarme con sus whashapes, correos electrónicos, comentarios sobre los escritos del blog y otras redes sociales.

        Alguno dirá que será por la forma que tuve de despedirme. Y tienen razón... y yo también, porque los amigos aparecen cuando deben hacerlo y no diariamente para no parar de dejar de dar el coñazo. En realidad, eso no es amistad, es compañero de trabajo, compañero de copas, de compartir cotilleos, y los que van más allá: compañeros de planificar putadas haciendo la vida peor a los demás. Aún recuerdo varios cambios de departamento (unas veces con solo unos metros de distancias, otros separados tan solo por un piso y hasta alguno de sucursal). No sé qué tipo de abducción sufrieron, pero el caso es que muchos se olvidaron hasta de lo más elemental.


        Pero como esto es así, así me despedí yo. En la creencia firme de que todo se desarrollaría de esta manera. Lo cual no deja de ser triste, porque aunque sea contraproducente, tomar decisiones comprometidas y sujetas a la crítica no está nada mal. Recordemos que la peor decisión es la que no se toma y yo, por tomar y me creo con mucha suerte, solo tomo la almohada a la hora de irme a la cama.

SI te ha gustado, COMPÁRTELO