Dice mi "cuñao" que
estos del Gobierno tienen mucha jeta, que en vez de quitarnos la hora en fin de
semana, que lo hagan el lunes a eso de las once de la mañana. Y estoy
totalmente de acuerdo con él. Pero no, mejor así, para jodernos una hora de
sueño y luego estar descolocados varios días. Yo, que soy estreñido por
naturaleza, tengo que pactar seriamente dos veces cada año con mi sistema
digestivo que ya es vago de por sí y un duro
negociador.
Esto de quitarte una hora es como lo que hace Hacienda con la
declaración de la renta: primero te lo quita y luego (si procede) te lo
devuelve. La cuestión es cómo te lo devuelve, porque los euros que me retienen durante
todo el ejercicio fiscal no tienen el
mismo valor que cuando los recibo a mediados del año siguiente, y si yo compro
patatas o naranjas en marzo de 2016 no es al mismo precio que si las compro en mayo
de 2017, que ya estarán más caras y podré comprar menos cantidad. O un piso, o
un coche, o los pistachos (que dicho sea de paso, ¿qué tiene este fruto seco
para ser tan caro, si ya lo estamos produciendo en España?).
Cansados de tanto sacrificio y de las consecuencias de
la usurpación temporal de la hora, me temo que habrá que hacer acopio de
plátanos, pepinos, zanahorias, etc, para sentirnos algo consolados, porque aquí
llueva, nieve, haga aire, frío o calor, no baja nada... excepto lo que lo hace
por sí mismo a consecuencia del paso del tiempo.
Y ya no hablemos si entre el
transcurso del principio y el final, nos hemos muerto por el camino.
Porque ¿quién me
devuelve los euros anticipados?
Y
sobre todo ¿qué ocurre con mi hora no vivida?