El ser humano, que es capaz de
lo mejor y lo peor, hizo algo impagable: la música. La que te eleva a los más
altos estados de euforia, y la que te sume en la más profunda de las tristezas. La que si
después de escucharla (no oírla), te muestras indiferente y no te revoluciona
los sentidos, debe ser lo más parecido a estar muerto.