Yo pertenezco a un grupo
rociero y el otro día tuve que ir a comisaria. Denuncié que me habían quitado
lo bailao.
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26 feb 2017
19 feb 2017
¡Tú hazte la tonta!
Hay un chiste de hace muchos
años que para evitar algo o a alguien que no nos convenía, le decíamos a la
persona que nos acompañaba: ¡Mira, por
ahí viene Margarita. Tú hazte la tonta!
Con el tiempo, el campo (digo, la sociedad) se
nos ha llenado de otro tipo de flores. Ese tiempo que ha tenido que transcurrir
para que la mujer con sus reivindicaciones y su lucha se vaya igualando al
hombre, tanto en oportunidades de trabajo como en independencia económica y
social, e ir dejando el apelativo de "mujer
florero", para que ahora lo estropeen algunas señoras que no saben lo
que ocurre en su casa ni con sus maridos: Cristina, Ana y Rosalía, según han
declarado en los distintos juicios donde se las ha acusado. "No, no sé, no me consta, lo
desconozco. Ha sido mi marido, mi marido y mi marido..."
Esperemos que sea una moda pasajera, un descuido, un exceso
de confianza en la pareja, y por supuesto, darles la enhorabuena. Les debíamos
enviar cada español un ramo de flores, seguro que su interior les dirá dónde
ponerlas. ¿Y qué decir de sus maridos y qué esperamos los del pueblo? Pues que una vez juzgados acaten lo que diga la
justicia, aunque alguno esperará que se la achaten.
Yo, de momento,
y a la vista del buen resultado obtenido, también le he dado a mi mujer "órdenes estrictas" de que si
le preguntan por algo respecto a mí, que lo niegue todo. Se está metiendo tanto
en el papel que ahora anda diciendo por ahí que no me conoce de nada y que la
estoy acosando, de tal manera que me ha denunciado a la policía dos veces
y llevo dos semanas que no me deja
entrar en casa y estoy durmiendo en un hotel en las afueras de la capital, pues
no me puedo acercar a menos de cinco kilómetros.
Y mira que lo he intentado todo, incluso también le he
mandado flores tres veces con una tarjeta que firma Margarita... pero ni por esas.
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12 feb 2017
El baile de la cabra
La otra mañana me desperté sobresaltado.
Desde la calle provenía una música estridente a todo volumen. Me dirigí hacia
la habitación contigua a la mía y abrí la ventana. Allí pude ver un grupo de
personas de etnia gitana. Uno de ellos tocaba el órgano mientras otro sacudía
con violencia sus pulmones para dejar salir el aire por su maltrecha y
descuidada trompeta. El resto daba vueltas por aquí y por allá, con gorras y
panderetas en sus manos, mientras no dejaban de mirar hacia las ventanas de
arriba, donde curiosos como yo mismo se habían asomado.
Solo faltaba algo para completar el escenario de tan animado
espectáculo: una cabra. Y allí estaba. El animal giraba sobre sí misma sobre
una base depositada a tal efecto y donde, con gran destreza y habilidad,
mantenía el equilibrio al ritmo de la charanga.
Al mismo tiempo que esto sucedía, una señora anciana
rebuscaba entre los cubos de la basura situados a pocos metros de la escena
musical en busca de algo que le fuese aprovechable, y de paso, algún alimento
que no estuviese en muy mal estado para poder comérselo.
Me fui a la cama pues creí que lo que estaba presenciando era
solo un sueño. Me arropé de nuevo y rápidamente me volví a dormir, acomodándome
la almohada a mi cuello.
Solo al volver a despertarme una hora después (esta vez ya
sin ruido), y al comentar con mi mujer lo que creía haber presenciado, y ella confirmármelo, me di cuenta de que todo había sido cierto.
Fue entonces cuando mi mente volvió de una forma inconsciente
a mi niñez, donde estas situaciones eran muy comunes casi cada semana: la
vuelta del hambre, el afilador, el vendedor de quesos, el baile de la cabra...
Me entró un sudor frío al recordarlo y me puse a pensar, que
en lo más básico, apenas habíamos progresado social y humanamente.
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5 feb 2017
Santa Rita
Santa Rita rita, lo que no se da, se quita. Algunos
políticos deberían aprenderse esta pequeña variación en este refrán tan famoso.
Pareciera que siempre está enfocado a algo material, pero
respetando toda muerte de un ser humano, intentar culpar a la presión de la
prensa u otros partidos políticos, de la muerte de una política es pura
desfachatez, máxime cuando ahora se ha desvelado que, tras la autopsia realizada,
la causa del fallecimiento fue debida a
una cirrosis.
Más de veinte años metiendo la mano donde no se debe, y no
sacándola de donde no debe estar, hace que se sospeche de alguien inmerso en la
corrupción y da para muchas tensiones emocionales y arteriales.
Lo que ellos dejan en el camino son desahucios, hambre, pena,
dolor, enfermedades y también otras muertes (a veces colaterales). Pequeñas
cosas que no tienen importancia, pues al fin y al cabo, la muchedumbre solo
tiene derecho a sufrir, callar y aguantar en este cuchitril en que están
convirtiendo el mundo cuatro desalmados y sin conciencia alguna.
Tener cuidado con ellos, su napia les delata, sus ojos les
delatan, sus palabras les delatan. Tan solo una presunta justicia lenta, abusiva,
enormemente sospechosa y maniatada les vigila.
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