Santa Rita rita, lo que no se da, se quita. Algunos
políticos deberían aprenderse esta pequeña variación en este refrán tan famoso.
Pareciera que siempre está enfocado a algo material, pero
respetando toda muerte de un ser humano, intentar culpar a la presión de la
prensa u otros partidos políticos, de la muerte de una política es pura
desfachatez, máxime cuando ahora se ha desvelado que, tras la autopsia realizada,
la causa del fallecimiento fue debida a
una cirrosis.
Más de veinte años metiendo la mano donde no se debe, y no
sacándola de donde no debe estar, hace que se sospeche de alguien inmerso en la
corrupción y da para muchas tensiones emocionales y arteriales.
Lo que ellos dejan en el camino son desahucios, hambre, pena,
dolor, enfermedades y también otras muertes (a veces colaterales). Pequeñas
cosas que no tienen importancia, pues al fin y al cabo, la muchedumbre solo
tiene derecho a sufrir, callar y aguantar en este cuchitril en que están
convirtiendo el mundo cuatro desalmados y sin conciencia alguna.
Tener cuidado con ellos, su napia les delata, sus ojos les
delatan, sus palabras les delatan. Tan solo una presunta justicia lenta, abusiva,
enormemente sospechosa y maniatada les vigila.