Esperaba ansiosamente la
llegada de las vacaciones de este año, pues el anterior no me lo permitió mi
maltrecha economía.
En el mes de marzo, y con tiempo
suficiente, hice la reserva de un apartamento en Alicante en primera línea de
playa.
Felices, llegado el quince de julio, nos dispusimos a
disfrutar del mejor verano de nuestras vidas.
Podrían haberme advertido que la primera línea de playa era
vertical. No llegamos a ver el agua del mar, pero vamos, que aquí en Albacete
tampoco se está mal y a todo llega uno a acostumbrarse.