Quedan ya pocas horas para que
vea la luz la noche más ilusionante del año. La noche en que todos, grandes y
pequeños, dejaremos aparecer el niño que llevamos dentro. Estos por su
inocencia y aquellos, deseosos de aparcar por unas horas los malos momentos,
asistiremos a la llegada de la felicidad en forma de regalos.
Lástima que el niño se vaya asomando más y más al exterior
hasta convertirse, en la mayor parte de los casos, en un ser codicioso, con ambición desmedida,
tentado por la envidia, y a veces, hasta malvado.
Yo ya perdí mucho de mi niño, pero me queda otro. Aquél que
sin tiempo a enturbiarse me acompañará hasta el final de mis días.
¡Feliz noche!