Al caer la noche, en el cementerio se empiezan a oír las primeras conversaciones entre los que ya han muerto. Allí hay todo tipo de comentarios de los fallecidos, donde se encuentran personajes de todo tipo: desde el empresario inmensamente rico al político más ambicioso, pasando por el dictador más cruel y asesino, a la persona más honrada y al más mísero vagabundo.
Ninguno de ellos debería poder hablar ya, pues ahora nadie se distingue del otro. Todos son iguales y cada voz tiene el mismo valor e insignificancia.